10 junio 2013

Poetas del Sur por Rolando Gabrielli [4]

Integración Cultural de América latina y el Caribe - Sur [*] [4/4]

Bajo una piedra del Sur nace un poeta chileno. Es una frase tan antigua como los versos de Petrarca. Hijos de una loca geografía, herederos del dolor y la felicidad, que marcan a un mismo tiempo esas tierras atormentadas por el hombre y la naturaleza, pero también dotadas del comienzo del paraíso. Dios, que no tiene sueño, duerme en el Sur.

En la Patagonia nació el viento. Duermen las estrellas más azules que la eternidad. La tierra acomoda sus largas piernas, se dobla y encoge los hombros en las noches. Cruje el silencio natural de la geografía. La noche se siente principio. El tiempo tiene cuerpo. Las aguas se juntan, ni tan calladas ni tibias, próximas a sí mismas, puras, torrentosas, bautismales.

Chocan los océanos, los canosos glaciales miran impertérritos el paso del tiempo, el hielo es un rostro antiguo, elegante, olvidado de todo maquillaje, es su propio esplendor, la transparencia del alba. Bosques, dormitorio del silencio, de lengas, ñires, amancay y guindos, de la luz y el espacio, el principio que no es vacío, sino el ciclo que la noche y el alba comparten el día a día.

Los Poetas del Sur, desde sus hondos caminos, lo dijeron casi todo, y aún siguen nombrando a las cosas, cantaron a la vida y a la muerte, diversos en la fluida, atascada geografía del verbo, más que nombres, el hilo de una misma madeja, la tela en el telar de la poesía.

La poesía en el Sur no es un lujo, le pertenece al hombre y a la naturaleza, forma parte de las cosas, arrinconada también por los medios, sobrevive en un tren antiguo que busca con desesperación un andén donde descansar para seguir su ruta la mañana siguiente. Entra a un bar en Nueva York 11, Santiago de Chile, cuando el Sur está lleno, y bajo el plomo de la prosa impune del Capitán General.

En el Bar Unión de la City mapochina, un segundo hogar para Rolando Cárdenas y Jorge Teillier, poetas del Sur, de Chiloé y la araucanía, forasteros del Santiago ensangrentado, rumiaban la poesía de la sobrevivencia, instalados en el Sur del poema. La ciudad goteaba por sus cuatro costados, una lluvia roja lágrimas de azufre en los mesones de los bares, poesía sudada en la negra primavera del 11 de septiembre, el Sur crujía sin música de bandoneón.

La acera del frente, el cité, la calle desvencijada sin transeúntes, esos atardeceres pálidos, crepusculares, viudos, huérfanos casi de hospicio. El Sur que era fruta, flor fresca, mostraba sus pálidas, enlutadas mejillas de espanto. Se creció la noche en el día. El río arrastró cadáveres. La muerte desayunaba cuatro veces al día. Ningún sueño más horroroso que la realidad.

El Sur son tantas cosas. Ninguna de ellas, como todas juntas. El parrón, la higuera, la que pasa tan cerca del corazón que te siembra primaveras. El Sur es un verso simple, lluvioso, amigo, la guitarra, el aromo en la buena primavera, el vino ronco como el zarpazo tibio de un puma, un frío que empuja las costillas más afuera, tú que compartes el pan frente a la cordillera nevada.

Siento un tren que recorre mis venas en las noches, debuto en una larga tempestad como un maquinista sobre rieles, que arrastra una ciudad gris, de anchas caderas, matriarcales formas de nieve, bautizada por terremotos, poetas desamparados, aluviones de palabras con sus noches negras verdosas de un violeta insomne delirante que atraviesa el tiempo Sur con sus violines rojos, caballos de invierno, otoños que se dejan amarillos, intactos, veranos azules, islas sin nombre, la nieve que viene volando los Andes con su Cóndor plateado. Un andén duerme a esta hora cerca del solitario riel y yo no estaré. La mariposa sabe de belleza y cuán corta es la vida, azul el mar verde, la copa se alza y cae invicta la noche más allá, al Sur de los copihues. Alguien canta a lo lejos.

Sur

La nostalgia patea con sus cuatro patas tiernas
y no tiene furia el tiempo en la bestia,
una cicatriz tatuada en el cuerpo cojea,
vacila una noche sin estrellas,
hunde el pasado en su agujero negro,
la cabeza y los ojos y el ombligo
de dos caras respira gemelo en ti mujer.
El Sur es tu puerta húmeda,
sólo ábrela


[*] Rolando Gabrielli - escritor poeta chileno - Si necesitas conocer más de los Poetas del Sur visita el Blog de Rolando Gabrielli

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